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domingo, 10 de marzo de 2013

Hoy he terminado de leer, la que es sin duda, la mejor novela que he leido jamás. Perfecta en su totalidad, sobretodo por párrafos como éstos:


"...porque fue aquel día cuando descubrí que las lágrimas se derraman, Max. No se caen, ni se tiran, ni se vierten. Se derraman. Como si se hubieran estado acumulando a lo largo de los años en las vasijas invisibles del querer. Como si cada día feliz que hubiera pasado con mi abuelo, cada momento especial de los que citaron su funeral, todos y cada uno de mis familiares hubiesen ido guardando una a una las lágrimas que derramarían de golpe un día como aquel. Todos y cada uno, menos yo".

"Con el paso de los años, mi corazón se fue llenando de vacíos, a mis recuerdos les aguijonearon las ausencias, pero mis lagrimales siguieron sin echar ni gota ni gota. Por mucho que me abandonaran, me dejaran, me humillaran y me hicieran daño, a mí me seguía siendo imposible sacar mis emociones a través de los ojos. Y lo que es peor, gracias a mis sucesivas rupturas sentimentales, descubrí que la tristeza era la madre de toda empatía y que si no eras capaz de comunicar la primera, resultaba casi imposible compartir la segunda. Si hay algo más triste que estar triste es estarlo y no parecerlo". 

"Entre tanta ida y venida, conocí casi todas las edades de la soledad, me salió un callo justo donde palpitan las emociones y me fue cada vez más difícil demostrar lo mucho que me dolía seguir sufriendo".

"Un buen día, cuando ya había abandonado toda especie de sentir y hacer sentir que sentía, apareció ella. Ella, que todo lo hizo sin saber que lo hacía. Ella, que todo lo cambió sin querer. En cuanto la vi, automáticamente empecé a descubrir el sabor amargo y salado del llanto.Porque la he llorado, Max. La he llorado mucho y, como siempre se llora, a demasiada distancia. Bajo la lluvia, mezclando mis lágrimas con las del cielo, desde el cierre derrotado de cualquier bar o bajo la media apertura de su ventana, da igual. La he llorado como nunca lloré a los que creía conocer. La he llorado por ese pasado que dejamos pasar. La he llorado hasta quedarme sin aliento. Y la sigo llorando por lo que no pudo ser, incluso por lo que nunca será. Sé lo que estás pensando. Que estoy enfermo. Que no la conozco de nada. Que no hemos cruzado más de dos palabras y un precio. Pero es que, en ocasiones, la nostalgia es tan caprichosa que no necesita argumentos para doler. Se pueden echar de menos amores que jamás ocurrieron. Se pueden extrañar situaciones que no llegaron a pasar. De hecho, si nunca te ha ocurrido, eso es que nunca has querido por encima de tus posibilidades. Y si no has querido por encima de tus posibilidades, tu corazón no ha pasado de ser un órgano muscular hueco que impulsa sangre.
Eso es lo que pasa, Max. Que la hecho de menos. En toda su ausencia. Hasta decir basta. Añoro esos paseos que nunca dimos por el parque. Añoro esos besos que jamás me dio. Esas risas tontas que no nos hechamos. Esa canción que nunca escuchamos juntos después de no hacer el amor.
Tengo que volver con ella antes de morirme del todo, Max.
Tengo que volver con ella hasta el punto en el que dejó de poder ser.
Y volver a empezar juntos...por primera vez".



Simplemente, una novela sublime.

Risto Mejide, "Que la muerte te acompañe".



2 comentarios:

  1. a mi tambien me encantó esta novela me la deboré en nada me regalaron su ultimo libro que aun tengo por leer esque risto es todo un portento en todos los sentidos
    pd:soy irene la amiga de hugo que vi por fb que tenias blog

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  2. Buenas guapa !!!!
    anda pues tiene buena pinta siiii
    no la había leido tendre que hacerlo por lo poco que he visto aqui
    me ha gustado mucho
    un besote

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